El reportaje es un texto informativo, una noticia ampliada por lo que se presta más al estilo literario que la noticia. Texto informativo que incluye elementos noticiosos, declaraciones de diversas personas, color, ambiente y que tiene un carácter descriptivo. Suele partir de algo que fue noticia y que en su momento no se acabó por completo. Lo ideal es contar con un hecho que dé pié al reportaje.
Es un género informativo desligado de la actualidad del momento. Generalmente, el reportaje parte de una recreación de algo que fue noticia, pero también de hechos que sin ser noticia, en el sentido más estricto del término, forman parte de la vida cotidiana.
El reportaje pretende subrayar las circunstancias y el ambiente que enmarcan un hecho.
Estructura del reportaje
El párrafo de apertura o la entradilla es un párrafo atractivo que debe suscitar la curiosidad del lector, debe incitar a seguir leyendo. Puede presentar los rasgos tipográficos de la entradilla es decir estar escrito en letra negrita y separado del cuerpo de la noticia. Pero puede también aparecer integrado en el reportaje.
El relato.Todo reportaje debe tener un orden en la exposición de los hechos. Ese orden o hilo argumental responde a una intención: cronológica, biográfica, explicativa, crítica..... Un reportaje no puede ser una suma de hechos. Cada párrafo ha de estar conectado con el anterior por lo que es importante definir ese hilo conductor.
El párrafo final debe ser escrito cuidadosamente, constituye el remate final que le deja al lector el sabor de una buena lectura.
La entradilla es la parte más importante; se pueden utilizar recursos como una anécdota o una frase escrita con brillantez(metáfora); un arranque humano (fijando la atención en alguien); mezclando números y personajes; o utilizando un elemento que cause sorpresa. Se ha de evitar iniciar con una fecha y un lugar.El reportaje debe desarrollarse siguiendo una intención, no puede ser una mera yuxtaposición de hechos. El hilo conductor debe aparecer en la entradilla y servirá como colofón final.
Breve historia del reportaje
Como dijo Martín Vivaldi, "el reportaje es tan antiguo como la Humanidad" (6), y es de suponer que siempre hubo hombres dispuestos a contar aquellos sucesos o hechos de que habían sido testigos y que se consideraban dignos de ser conocidos y, por tanto, divulgados.
También Albert Chillón se sitúa en esta línea, al afirmar:
(...) la función de reportar novedades, noticias o testimonios es probablemente tan antigua como la misma existencia de la escritura, el género reportaje como tal se ha ido configurando a medida que la cultura periodística ha diversificado sus funciones y refinado sus técnicas (7).
Y al tratar de determinar en qué momento de la historia se produce su nacimiento, Chillón señala:
"A mi parecer, va a nacer de la literatura testimonial tradicional -especialmente de las crónicas, relaciones epistolares, estampas costumbristas y relatos de viaje-; se va a ir configurando aproximadamente durante la primera mitad del siglo XIX, con la sustitución de la prensa de partido (...) característica del siglo XVIII por la prensa informativa de amplia difusión; y se va a consolidar, entre las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, con el advenimiento de la denominada sociedad de comunicación de masas, de la mano de las agencias de noticias, los documentales cinematográficos, los informativos radiofónicos y, sobre todo, de los magazines ilustrados y los grandes diarios de información general (8).
Alrededor de la mitad del siglo XX, los responsables de periódicos se dieron cuenta de que el mundo se había convertido en algo tan complicado en sus políticas, sus economías y sus ideologías, que era necesario apoyar los textos con comentarios para presentar las noticias de una forma clara; de esta manera, los directores se inclinaron hacia lo que llamaban "reportaje interpretativo" (9). Así es cómo surge una modalidad de reportaje diferente y superadora del concepto clásico representado por el reportaje objetivo.
Es durante las décadas de los 50 y 60 cuando el llamado "gran reportaje" o reportaje en profundidad vive sus momentos dorados. Lo que había empezado como una modalidad periodística típica de las revistas gráficas, saltaba a los periódicos diarios mediante una serie de adaptaciones. De este modo, el reportaje interpretativo se convirtió a principios de los 70, en una de las piedras angulares y básicas del llamado "Nuevo periodismo", que, según Sebastiá Bernal y Albert Chillón, designa un heterogéneo conjunto de obras y autores cuyo denominador común consiste, en primera instancia, en su más o menos drástica distinción con respecto al periodismo escrito convencional publicado en Estados Unidos hasta los primeros años de la década de los sesenta (10).
La periodista Maruja Torres da una definición muy simplificada, aunque no por ello menos correcta, del nuevo periodismo, haciendo alusión a la tan estudiada relación del periodismo con la literatura (11). Para ella no es sino "una cosa que ha estado de moda en los Estados Unidos, pero que no consiste en el fondo más que en enfocar el periodismo como si fuese literatura" (12).
Cuando en 1976 apareció en España la primera edición de "El nuevo periodismo", de Tom Wolfe, considerado por muchos como el principal representante de esta nueva tendencia, profesionales como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral, Rosa Montero, Manuel Vicent, o Maruja Torres, entre otros, llevaban ya algún tiempo rompiendo con el aburrimiento de la prensa española tradicional. Este hecho prueba que ha sido exagerado el pretendido carácter innovador de conocidos periodistas norteamericanos como Wolfe, Southern, Greenfield, Thompson, etc.
Lo que sí parece claro es que uno de los rasgos más destacados de esos años es la crisis del denominado "estado de bienestar". Este fenómeno se manifestó de forma particular en las generaciones más jóvenes de la época, que pusieron en entredicho los fundamentos del orden social vigente.
En la actualidad, puede decirse que el nuevo periodismo es un fenómeno prácticamente acabado, y la publicación de sus trabajos se ve reducida a suplementos dominicales y algunas revistas y diarios convencionales.
Sobre el tipo de reportaje que hoy se publica en la prensa, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, existen opiniones muy dispares. Hay autores que encuentran motivos para opinar que el reportaje es un género abocado al fracaso y que su fin está próximo, pero las razones que me llevan a pensar lo contrario están suficientemente fundamentadas como para defender con solidez la visión que expongo a continuación.
El reportaje de hoy y del mañana
Actualmente, los reportajes suelen relegarse en la práctica a una serie concreta de secciones no consideradas centrales de los periódicos, un hecho que, según Sebastiá Bernal y Albert Chillón, "da cuenta de la escasa importancia y 'seriedad' informativa que los responsables de los diarios le otorgan"; y añaden: "Se da una relegación de los textos informativos de creación a las secciones y unidades periféricas del diario, del centro 'serio', 'objetivo' y 'ponderado', donde se ofrece la información considerada fundamental" (13).
Valga como ejemplo el diario El País, donde casi todos los reportajes se ven relegados a las secciones de Cultura, Espectáculos, Contraportada, Sociedad y suplemento dominical. Este hecho se repite en muchos otros diarios, sea cual sea su procedencia, y viene a confirmar, defendiendo la opinión de Bernal y Chillón, la consideración que los periódicos prestan a los géneros más creativos valorándolos como textos secundarios.
A pesar de lo dicho, la prensa de masas, desprovista del monopolio de la información por los medios audiovisuales y por las nuevas tecnologías de la información, sí va demostrando desde hace unos años sensibles transformaciones técnicas, productivas, estéticas, temáticas y estilísticas.
En los textos informativos convencionales, la desaparición del autor, que es eclipsado por el periódico o institución para la que trabaja, homogeneiza los estilos y los modos de informar y ofrece una falsa apariencia de neutralidad, objetividad, imparcialidad, apoliticismo e independencia informativa, mientras que los denominados "productos informativos de creación" (14), y más en concreto el reportaje, devuelven a los lectores la certeza de estar siendo informados por una persona reconocible -no olvidemos que los reportajes, por norma general, se publican firmados-, dotada de un estilo personal y susceptible de equivocarse.
La realidad que nos rodea es cada vez más compleja y el lector contemporáneo es diferente y se ha creado nuevas necesidades y exigencias, no sólo de estar informado conociendo lo que ocurre sino también por qué, para qué y cómo ocurre. Esto determina la necesidad de nuevos métodos y técnicas a la hora de escribir, que se encuentran sintetizados en el que debería ser el género predominante por excelencia en las próximas décadas, el reportaje.
A modo de ejemplo, los resultados de una encuesta hechos públicos en el Congreso Internacional de Prensa, celebrado en Amsterdam en junio de 1997, dan a conocer que el 50% de los lectores de prensa adultos considera "muy importante" la publicación de reportajes de investigación, y un 64% declara que leería más la prensa si los periódicos ofrecieran una mayor explicación de temas complejos (15).
Obviamente, no se puede ignorar la postura que toman los estudiosos que auguran el fin del nuevo periodismo, y en cierto modo del género reportaje. Defienden su postura, argumentando que es evidente el incremento del número de fotografías y la reducción de texto en las páginas de los periódicos, y que aunque el lector desearía más géneros interpretativos, se impone la necesidad de reducir el número de páginas, debido a los elevados costes del papel en el mercado (J. Lluís Gómez-Mompart, Santiago de Compostela, 1995).
En contrapartida, los beneficios que aporta este tipo de géneros no son pocos. Esto lo constata Martín Vivaldi en sus comentarios sobre el gran reportaje, extensibles a cualquier reportaje elaborado con verdadera profesionalidad, independientemente de su extensión:
Cumple una misión, no sólo informativa sino cultural de primer orden. Informa a los lectores, comunica cuanto de comunicable haya en el mundo y, al propio tiempo, conforma sus gustos, afina el paladar literario del público lector, porque la información realizada y trabajada con altura, con nivel literario y precisión periodística -incluso con preocupación filosófica- puede ser (...) una poderosa fuerza educativa (16).
No debemos olvidar al periodista, más concretamente el reportero. Éste debería contar con las condiciones necesarias para salir de la rutina de trabajo que supone escribir diariamente informaciones "en serie", y que le permitan captar cualquier aspecto de la realidad -tanto político como económico o social- con profundidad, llegar a la esencia de los hechos y ofrecérselos al lector analizados detalladamente.
En relación con lo anterior, J. Antonio Zarzalejos, director de El Correo Español-El Pueblo Vasco, niega el declive de este género y está convencido de que se camina hacia un periodismo más interpretativo de las noticias, que los lectores ya no se conforman con la información efímera, y que cada vez se hace más patente la necesidad por parte de los periódicos de recuperar el protagonismo de géneros como la entrevista, la crónica o el reportaje, además de incorporar profesionales de calidad que permitan a la prensa cumplir con su función adecuadamente. (J. Antonio Zarzalejos, Santiago de Compostela, 1998).
16 CONSEJOS PARA ESCRIBIR UN BUEN REPORTAJE1. Sea honesto.
2. Siempre pregúntese porqué esa persona le está contando eso. Evaluar su fuente puede ser uno de los juicios más importantes que tendrá que hacer para escribir su artículo.
3. Salvo en cuestiones simples, acostúmbrese a preguntar todo dos veces.
4. Si la persona a quien entrevista está nerviosa o temerosa, no pregunte dos veces, mejor pregunte cinco veces lo mismo.
5. Si usted está nervioso o temeroso, tome nota lo más rápido que pueda. Luego solo confíe en sus notas, no en su memoria.
6. Se puede aprender algo útil de casi todo el mundo.
7. Salvo pocas excepciones, la gente puede contarle lo que sabe o piensa.
8. Las personas son la máxima autoridad en sus propias vidas.
9. Cuando sea posible, trate de examinar la situación por si mismo. Hágalo aunque crea que no va a encontrar nada.
10. El secreto de una buena entrevista es encontrar un tema del que el entrevistado quiera hablar, y dejarlo/a hacerlo.
11. Aunque use una grabadora, tome notas de todas maneras.
12. Cuando una historia se trata de una guerra, un desastre natural o una revuelta social, los primeros reportes generalmente no son acertados.
13. En caso de un evento desastroso o violento, los reportes de muertes deben ser tomados con pinzas. Entre mayor sea el número y más pronto sea publicado, más son las posibilidades de que sean errados.
14. Tenga mucho cuidado al describir los motivos de la gente.
15. Si está escribiendo algo que sea crítico o que expresa un punto de vista, asegúrese de ofrecer el lado contrario lo mejor que pueda.
16. Siempre imagínese que está escribiendo para alguien que no concuerda con usted o que desconfía de usted. Su trabajo es que esta persona crea que usted ha brindado la información lo mejor y más objetivamente posible
martes, 1 de junio de 2010
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